domingo, 8 de junio de 2014

La ficción romántica

Soy aficionada a las historias de amor, esas trágicas, cómicas y, a veces, inspiradoras historias. Por cuestiones de marketing siempre terminan con un final feliz, o casi siempre. Pero no podemos vivir en esas historias, la vida es más variante que eso y no nos toca ser los protagonistas que tienen su final feliz.

Siempre he sido alguien solitaria, en muchos sentidos, pero más en el amoroso. Decepciones van y vienen, y me queda claro que nadie usa esos diálogos rebuscados. Son más recurrentes los silencios, las distancias, los miedos, el peso de las vidas pasadas, las incertidumbres de la vida moderna. Una mirada no lo dice todo, a veces te puede confundir más, te hace creer y crear ilusiones que no comparte la otra persona.

Los amores extraordinarios que lo viven todo para volverse realidad sólo se leen, sólo se ven en las pantallas, sólo se venden.

Cada día me vuelvo más escéptica y acepto más lo que muchos satanizan, la soledad.

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